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CORONA DE SONETOS

Tan cerca: Las Mil y Una Noches:


CORONA DE SONETOS
Poetas: (por orden) Manolo Gimeno Cervera - Mayu Redondo - Rosales - Teresa Fernandez - Pepy Vallejo -    Carlos Corredor Cámara - Caridad Jimenez - Enrique Sabaté - Tere Bass - Marcos Circenses - Carmen Aguirre - Maria Jesus Albo - Manolo Gimeno Cervera - Mayu Redondo - Rosales 



Bajo un velo bordado por los vientos,
una tierra se muere de olvidada,
en sus noches de cúpula estrellada,
se escuchan los susurros de los cuentos.

Una leyenda teje los momentos
cuando aparecen genios de la nada
y se dice que sufre la alborada
sus amargos y gélidos lamentos.

Llora Aladín de rabia y amargura
por arrastrar el alma escarnecida
sobre el desierto triste de la pena.

Le atormenta la flor de la hermosura
de la joven que adora sin medida
en el ocaso inmenso de la arena.

Bajo un velo bordado por los vientos
entre lunas dormidas por leyendas
intenta conseguir que te sorprendas
aislando de las noches tus tormentos.

Se entrega a tu dolor y entre sus cuentos
los días se convierten en ofrendas
y busca conseguir aunque no entiendas
dejar a tu dolor sin argumentos.

Su esencia besará tu madrugada
será su fantasía una "serena"
que trova en el matiz de una balada.

Y siente como surge la alborada
en el ocaso inmenso de la arena.
¡Una tierra se muere de olvidada...!


Una tierra se muere de olvidada
en el rojizo manto de la cumbre
donde el desierto tiene por costumbre
agotar la ilusión deshidratada.

Hiere el fuego en la cúspide soñada
tras el camino ardiente de la lumbre
porque el dolor se torna en pesadumbre
y el corazón añora al de su amada.

Muestra el tuareg su faz bajo la luna
en el confín estéril de la duna
cuando reposa el alma en su morada.

Ha perdido la luz de la alegría,
el amor lo entristece cada día
en sus noches de cúpula estrellada.


En sus noches de cúpula estrellada,
sobrevuela el murmullo de unos besos
que dos amantes jóvenes, traviesos,
intercambian con luz de madrugada.

Y cuenta una leyenda que, frustrada
por el pálpito febril de los excesos,
una bruja ordenó que fueran presos
en la mazmorra verde amurallada.

Pero dicen, Sultán, que en el amor
no hay murallas, ni cárcel ni conventos
que impidan rendir culto a tal ardor,

y un misterio arrastrado por los vientos
recorre varias lunas en tu honor.
Se escuchan los susurros de los cuentos.


Se escuchan los susurros de los cuentos
entre el miedo que apunta al sinsentido,
y Sherezade pinta en colorido
las sombras de Shariar y sus lamentos.

De Mastika y de miel sus aposentos,
relatos de un país desconocido:
Príncipes, marineros y un bandido,
configuran los magos elementos.

Esperando en la noche fantasía,
el Sultán seducido en sentimientos
por poderes que poco conocía.

¡Ay amor! que en un grito calmas vientos,
y cuando el corazón en ti confía,
una leyenda teje los momentos.


Una leyenda teje los momentos
ofreciendo las huellas de una historia
que el desierto desvela en su memoria
tenebrosos de engaños y violentos.

Las madrugadas cruzan firmamentos
en su efímera pluma narratoria,
hasta mil y una noche de oratoria
en labios de mujer sin sentimientos.

Engaños, más engaños sin mesura,
oscura por la arena vaga un hada,
persigue la mentira y su tortura.

La verdad en su cuento va castrada,
por salvarse en la muerte se conjura
cuando aparecen genios de la nada.


Cuando aparecen genios de la nada
la lámpara de magia se vacía
y toda la aventura de ese día
en las mil y una noches es contada

por Sherezade, lengua cultivada
en la oral tradición que procedía
de madres del desierto de Turquía
y al terrible Sultán tanto le agrada.

Noche de Alí Babá y sus ladrones
con el ¡ábrete Sesamo! en reclamo,
por oro son rufianes brabucones...

Concluye Sherezade liberada
de las garras carnales de su amo
y se dice que sufre la alborada.


Y se dice que sufre la alborada*
el fragor de timbales y jinetes
y en la mar silban salvas y cohetes
y una dulce derrota en la Alcazaba.

En la alcoba desierta recitaba
su tormento la hurí, y en un ribete
de lámparas y urdimbres a machete
el alto ventanal se iluminaba.

Relata bayadera tus casidas,
alondras y promesas, juramentos
de urracas y traiciones atrevidas.

La noche vuelve a alzarse en macilentos
estrados y patíbulos suicidas,
sus amargos y gélidos lamentos.


Sus amargos y gélidos lamentos
inundaban de pena aquella estancia
y volaban veloces la distancia
de la alcoba a los blancos firmamentos.

Un cuento le llenaba pensamientos
sobre genios salidos de su infancia
perfumando las frases de fragancia
por hacer más sublimes los momentos.

En su historia hay un loco enamorado
de una reina de espléndida hermosura
que vive en un palacio endemoniado.

La inventa demostrándole ternura
mas sabe que es un sueño inacabado
*llora Aladin de rabia y amargura.


Llora Aladín de rabia y amargura,
porque no hay gesta heroica sin saqueo
ni gobierno en poder del filisteo.
Llora porque la llaga le supura.

Y llora porque nadie le asegura
que es posible el azar en su deseo;
y llora con la sangre azul del reo
que tiene como fin la sepultura.

Pero tiene Aladín la certidumbre
de que rendirse mientras quede vida
es mudar la razón en servidumbre,

y debe, para así paliar su herida,
aferrarse a la trágica costumbre
por arrastrar el alma escarnecida.


Por arrastrar el alma escarnecida
que lo lleva a un sufrir sin remisión…,
debe Aladín hallar una razón
que le regrese al punto de su huida.

Y toda la amargura se le olvida
y le vuelve a latir el corazón
al descubrir la inmensa perfección
de la hija del sultán , de gracia ungida.

Él nunca vio criatura más hermosa,
y al verla despertaron sus sentidos
su cuerpo de jazmín y de azucena,

sus mejillas de pétalos de rosa
y sus ojos luceros encendidos
sobre el desierto triste de la pena.


Sobre el desierto triste de la pena
un tierno corazón pide a las "Musas"
un mar de inspiración, fueran conclusas
para escribir mil cuentos en la arena.

Debía proseguir esa cadena
sin menor dilación y sin excusas,
sus historias muy claras, no confusas
y con mucho interés, buena, muy buena.

Ella cierra los ojos y da paso
a un tropel de historietas que la llevan
a aumentar el caudal de su locura.

Los duendes, y las hadas y el Parnaso.
Mil y un cuento persigue, mas no llegan...
¡La atormenta la flor de la hermosura!


La flor de la hermosura
Le atormenta la flor de la hermosura.
¡Que el amor se marchita en la mirada
bebiendo de la copa coronada!
Cáliz acibarado que me cura

la angustia, la tristeza, mi cordura
en las noches de lluvia alborotada,
tan rota, duradera y lastimada;
¡maldita oscuridad en su tintura!

Entre ecos y leyendas fabulosas,
presa está Sherazade por su brío,
ya son mil y una noche de su vida.

¡Ay!, si volviera Omur sobre sus losas
a liberar del sueño el albedrío
de la joven que adora sin medida.


De la joven que adora sin medida
recuerda la amplitud de blancos cielos
y arrulla en sus leyendas los desvelos
en brisas de una ofrenda complacida.

Se cura entre su pecho aquella herida
nacida por la llaga de los celos
vestida entre satén y terciopelos
y ahogada por la rosa que lo anida.

El venera la estrella rutilante
cuando dibuja el sol celestes trazos
del amor enigmático que estrena.

Lo acapara en su cerco deslumbrante
tras el cálido atril de los abrazos
en el ocaso inmenso de la arena.


En el ocaso inmenso de la arena,
las siluetas escapan del inerte
cobertor de la jaima de la muerte
para evitar la drástica condena.

Al califa la rabia lo envenena
cuando eluden los dos la negra suerte;
el amor verdadero es siempre fuerte
si derruye el pilar que lo encadena.

La penuria de ayer no ha sido en vano
porque templan a besos sus alientos
mientras huyen cogidos de la mano.

Han vencido los planes virulentos
del designio soberbio del tirano
bajo un velo bordado por los vientos.




MariCari, la Jardinera fiel.
{¡B U E N A_____S U E R T E!}

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